Agencia de Noticias AhlulBayt (ABNA): Tras el último asesinato perpetrado por el régimen sionista en Líbano —el del alto comandante de Hizbulá libanés, Haitham Ali al-Tabatabai—, se ha intensificado el debate sobre los objetivos estratégicos de estos ataques. La operación forma parte de una política sionista de larga data orientada a eliminar sistemáticamente a los líderes de la Resistencia, campaña que se prolonga desde hace años.
En una entrevista concedida a la Agencia de Noticias ABNA, Ahmad Alwan, jefe del Partido Libanés Al-Wafaa y pesquisador de asuntos estratégicos, afirmó que el cálculo israelí es fundamentalmente erróneo. «El enemigo sionista cree que eliminando comandantes puede paralizar la Resistencia», señaló. Sin embargo, argumentó, Hizbulá está construido sobre un trabajo colectivo, sistematizado y una estructura institucionalizada de sucesión. Por cada comandante caído, dijo, existen reemplazos formados y plenamente preparados. «Estos asesinatos no han debilitado la voluntad de la Resistencia», añadió. «Han fortalecido la determinación de la Resistencia».
Los objetivos estratégicos detrás de los recientes asesinatos Según Alwan, las recientes operaciones israelíes dentro de Líbano buscan socavar la presidencia del país y presentar a Beirut como un Estado que incumple sus compromisos, argumento que, afirmó, permitiría a Israel justificar la ocupación continuada, la inestabilidad e incluso una intervención militar más amplia. El objetivo a largo plazo, aseguró, se alinea con lo que describió como la aspiración expansionista del «Gran Israel» y la destrucción de la Resistencia en toda la región.
Efecto en la ecuación de disuasión Alwan insistió en que el asesinato no alterará la ecuación estratégica de disuasión del Líbano. La estructura de la Resistencia, explicó, garantiza que cada mártir tenga un sucesor con capacidades de seguridad y militares equivalentes. En su valoración, términos como «comunidad internacional» y «derechos humanos» han perdido significado sustantivo. Los mecanismos jurídicos globales, argumentó, han quedado inoperantes bajo la influencia estadounidense e israelí. «Ya no queda nadie que responda al clamor del pueblo oprimido del Líbano», afirmó.
La respuesta de la Resistencia: fuerza y fuego Al referirse a la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU y al marco de alto el fuego posterior, Alwan sostuvo que Hizbulá ha respetado el acuerdo mientras Israel lo ha violado más de cinco mil veces. La Resistencia inicialmente probó las vías diplomáticas, dijo, pero al no obtener resultados, aplazó su respuesta «al momento y la forma apropiados». El lenguaje más eficaz para enfrentar a Israel, argumentó, es «el lenguaje de la fuerza y el fuego», y Hizbulá determinará el momento, el lugar y la escala de su respuesta.
El papel del Estado libanés y los riesgos del desarme Alwan señaló que el gobierno del Líbano, limitado por restricciones diplomáticas y privado de un ejército nacional verdaderamente equipado —condición que atribuyó a la obstrucción estadounidense—, no puede defender militarmente al país de manera efectiva. Las propuestas de desarme de la Resistencia, advirtió, constituirían un gravísimo error estratégico. En su lugar, argumentó, el Estado debería ejercer la máxima presión sobre Israel para obtener la retirada total del territorio libanés, la liberación de prisioneros y el cese de las violaciones continuas. El presidente del Líbano, añadió, se esfuerza por mantener al país alejado de la guerra. Pero Israel «no busca la paz».
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